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Historias 42,195 km: Fede Barba, de la línea de meta a la planta de maternidad

13 agosto, 2020

Fede Barba (Catarroja, 1959) no olvidará el día en el que se estrenó en los 42.195 metros. «La tarde después de correr mi primer maratón nacía mi hija Andrea», explica el atleta de la localidad de l’Horta. Fue hace 19 años. Un lustro más tarde le ocurrió algo parecido: «Mi hijo Rubén venía al mundo una semana después del maratón de aquel año, hubiese sido bonito también que fuese el mismo día aunque se lo dediqué igual, por supuesto».

Lo que más recuerda Fede de su debut en el maratón es, evidentemente, lo que ocurrió después, pero en su mente también guarda espacio para las sensaciones de aquel día y el salto cualitativo del Maratón Valencia Trinidad Alfonso EDP: «No tiene nada que ver, cuando lo cambiaron de la Alameda aún había gente pero lo de ahora es una bestialidad. No hay un sólo kilómetro en el que no haya nadie para animarte».

La llegada también ha mejorado para Fede aunque siempre ha tenido magia: «Las pistas de atletismo era un lugar muy bonito como también la Alameda pero la de la Ciutat de les Arts i les Ciències es algo increíble». Ahora acumula 22 maratones. Ha corrido 2 en Castellón y el de Ojos Negros. El resto, todos en Valencia: «Es donde más me gusta correr. Tenemos la suerte de tener una gran prueba a nivel deportivo y organizativo en casa». El próximo 6 de diciembre espera volver a ponerse en la línea de meta: «Sería un gran final a un año complicado para todos. Pero si no es posible, volveremos en 2021 con más fuerza».

Fede es un hombre regular. Corre siempre alrededor de las 3:30 y no le preocupa en exceso en crono. De cara al futuro, además de preparar la prueba junto a sus compañeros de El Parotet de Massanassa, espera, algún día correr junto a su hijo. «Todavía es joven para hacer distancias tan largas pero sí que ha hecho algunas pruebas cortas. Si cuando sea más mayor quiere y puedo, estaré encantado de hacerlo a su lado». A él, como al resto le intenta explicar esa sensación «indescriptible» que se siente al termina un maratón. «Es algo muy especial, no puedes dejar de llorar, es una alegría inmensa, la recompensa a un trabajo muy duro», concluye.

Esta historia ha sido publicada previamente en el diario Las Provincias

 

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